Para Javier Milei, fue el día más importante de los diez que lleva su gestión. El Presidente tomó dos decisiones que hacen a la constitución de gobierno, que dan una noción sobre de qué está hecho. La activación del “protocolo” que regula la protesta social, un producto de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, y la publicación en el Boletín Oficial del Decreto de Necesidad y Urgencia que apunta a eliminar las regulaciones en la actividad económica, a la que antecedió su anuncio en cadena nacional.
El Gobierno superó el primero de esos dos desafíos sin grandes contratiempos. Contuvo una modesta marcha hacia la Plaza de Mayo de organizaciones sociales de izquierda referenciadas en el Polo Obrero con un extraordinario despliegue de seguridad, a razón de dos efectivos por manifestante. Ese reto, el Gobierno empezó a superarlo antes de la movilización, mediante una fuerte campaña de disuasión detrás de la consigna “El que corta no cobra” su plan social.
La movilización del trotskismo en conmemoración de los episodios del 19 y 20 de diciembre de 2001, que dejaron decenas de muertos en las calles, fue sensiblemente menor que las que la izquierda piquetera regularmente convoca en reclamo de mejoras en la asistencia social, con cortes en la avenida 9 de Julio, frente al ministerio de Desarrollo Social.
La marcha de la izquierda y el protocolo antipiquetes del Gobierno.
La izquierda y el nuevo gobierno se midieron en las calles con un nuevo marco regulatorio para la protesta social. Los dirigentes de la marcha, sin duda, se sometieron a la nueva norma, reglamentada por el Ministerio de Seguridad. Un marco legal débil. Este primer round lo ganó el Gobierno.
La desregulación de la economía que propone Milei, como el ajuste fiscal en marcha, de características draconianas, involucra a muchos más actores que los que marcharon en recuerdo de la crisis del 2001.