Hoy, 9 de diciembre, se cumplen 28 años de la inauguración del puente internacional “De la Integración”, la estructura vial que une Santo Tomé (Argentina) con São Borja (Brasil) y que transformó definitivamente la dinámica social, económica y fronteriza entre ambas ciudades. Concebido como un símbolo de desarrollo binacional, el puente es hoy un eje clave para el comercio regional y un punto neurálgico de tránsito para miles de personas. La obra se concretó durante el gobierno provincial de Raúl Tato Romero Feris y Carlos Menen en la presidencia de la Nación

La obra tuvo su origen en una iniciativa impulsada por los clubes de Leones de ambas localidades, que comenzaron a gestionar el proyecto ante autoridades nacionales. Un primer intento de licitación se realizó en 1990, pero recién en 1995 se retomó el proceso, cuando un consorcio aceptó construir el puente bajo modalidad exclusivamente vial, dejando atrás la idea inicial de incluir un tramo ferroviario. Los trabajos avanzaron a ritmo acelerado y finalizaron un año antes del plazo previsto.

El 9 de diciembre de 1997, los presidentes de Argentina y Brasil encabezaron la ceremonia inaugural, cortando la cinta sobre el río Uruguay en un acto que celebró la integración regional. Para Santo Tomé y São Borja, fue el inicio de una nueva etapa de vinculación directa, dejando atrás décadas en las que el cruce había dependido del histórico servicio de balsas.

A lo largo de estos años, el puente se consolidó como el principal corredor internacional de la zona y fue acompañado por el establecimiento del Primer Centro Unificado de Frontera, un espacio que articula controles migratorios, aduaneros y de seguridad. En la actualidad, la concesión del viaducto está a cargo de la empresa brasileña Rodovias do Mercosul SC, que asumió la administración con planes de mantenimiento, mejoras en infraestructura y obras en accesos.

No obstante, el nuevo esquema también trajo dificultades. Una de las medidas más sensibles fue la interrupción del transporte público de pasajeros entre Santo Tomé y São Borja, servicio que había sido acordado por ambos municipios y utilizado diariamente por trabajadores, estudiantes y familias que dependen del cruce fronterizo. La suspensión generó reclamos y abrió el debate sobre la necesidad de garantizar alternativas de movilidad.

En este nuevo aniversario, el puente vuelve a ocupar el centro de la escena local: como símbolo de integración, motor económico y también como espacio donde persisten desafíos vinculados a servicios, conectividad y accesibilidad. A 28 años de su inauguración, la estructura sigue siendo una pieza fundamental en la vida cotidiana de ambas comunidades y un punto estratégico para el Mercosur.

diario El Libertador