CAPILLA DE ADORACIÓN EUCARÍSTICA: Celebran los 8 años de gracias y bendiciones
Un día como hoy, en la Solemnidad de Cristo Rey, hace 8 años, el obispo diocesano monseñor Adolfo Canecin, bendijo la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, que se encuentra en la Iglesia Catedral sobre calle Mariano I. Loza al 600. El Santísimo Sacramento está expuesto las 24 horas, los 7 días de la semana. A las 19.30 se realizará una Adoración a cielo abierto y luego la misa que presidirá el padre Ariel Giménez a las 20.30.
La capilla de adoración perpetua es un lugar en donde Nuestro Señor está presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; donde tienes un encuentro con la Persona de Jesús. La Adoración Eucarística Perpetua es un don de Dios para su Iglesia y para este tiempo.
La capilla de adoración perpetua es el espacio de gracia y recogimiento que permite a las personas, en cualquier momento, abrir una brecha en el ajetreo cotidiano para encontrar el sosiego y la paz que viene de la Presencia divina.
Por medio de la Adoración Perpetua, desde su Morada Eucarística el Señor llama a todas las personas, sin exclusión alguna.
Las personas son llamadas individualmente a formar parte de la Adoración Perpetua con el único y exclusivo fin que el Santísimo Sacramento sea adorado día y noche sin interrupción, tributando así el mayor honor y gloria al Señor y manifestando su fe y amor reverente hacia su Creador y Salvador.
Las personas que asumen la función de coordinación están al servicio del Señor –cuidando de la buena marcha de la adoración y que ésta no se interrumpa- y al servicio de los hermanos adoradores.
Los adoradores inscritos son los que hacen posible que la capilla esté abierta a todos, y ellos –también celosos custodios de la Eucaristía- cuidan que el Señor nunca permanezca solo.
La adoración es en silencio porque el silencio permite el recogimiento y hace posibles la escucha del Señor y la intimidad con Él. Es necesario respetar –mediante el silencio exterior- el encuentro que el Señor tiene con cada adorador y propiciar el silencio interior necesario a la contemplación.-