En la sesión del 18 de abril del año pasado, los senadores aprobaron un proyecto de resolución, a mano alzada y en menos de dos minutos, sin discusión, que estableció que “a partir del mes de mayo del presente año, los senadores percibirán un total de 13 dietas anuales. Cada una de ellas será equivalente a 2500 módulos, más un adicional de 1000 módulos por gastos de representación y 500 módulos de adicional por desarraigo. El valor del módulo será el equivalente al que perciben los empleados legislativos, conforme a las previsiones de la ley 24.600 (Estatuto del Personal del Congreso de la Nación)”.
Posteriormente, el 22 de agosto, suspendieron hasta el 31 de diciembre la vigencia de dicha resolución y votaron un desenganche de sus ingresos respecto del personal legislativo. También retrotrajeron cualquier aumento de haberes.
El último aumento otorgado a los trabajadores del Congreso fue el 13 de noviembre, cuando se resolvió un incremento del 2% a partir del 1 de septiembre, 1% a partir del 1 de octubre, 2% a partir del 1 de noviembre y 1% a partir del 1 de diciembre, alcanzando un total del 6%.
En los detalles del recibo de sueldo de un senador nacional se especifica: remuneración por dieta, 4,9 millones de pesos; gastos de representación, 1,9 millones; y un millón por desarraigo, totalizando 7,8 millones de pesos.
Sin embargo, a este ingreso hay que descontarles el impuesto a las ganancias, el aporte a la obra social, la Asociación Mutual de Legisladores y el aporte al partido político, lo que suma 2,6 millones. Esto deja un ingreso neto en mano para los legisladores de 5,2 millones de pesos. Con el descongelamiento de las dietas a partir del primer día de abril, y con el regreso a la resolución votada hace un año, los “ingresos netos en mano” se estiman en principio en 6,2 millones de pesos. Pero si en abril próximo se cierra una nueva paritaria de los trabajadores, estimada entre un 6% a un 8% de incremento salarial, la dieta de bolsillo alcanzará los 7 millones de pesos, mientras que el bruto se ubicará en los 11 millones.
Otros proyectos sobre dietas a discutir
Ante el escándalo por los ingresos de los senadores nacionales, durante el 2024, se presentaron en la Cámara Alta iniciativas tendientes a fijar una posición y de esa manera cerrar el debate. Las mismas deberán presentarse nuevamente, ante la llegada del nuevo período parlamentario, y debatirlas en las comisiones respectivas.
El senador Francisco Paoltroni (Libertad, Trabajo y Progreso) trabajó en un proyecto para regular la renuncia a las dietas y promover la transparencia y la austeridad en el Congreso. La iniciativa, de siete artículos, establece que los legisladores, sean diputados o senadores, podrán renunciar total o parcialmente a sus dietas mediante una solicitud formal presentada por escrito ante la secretaría administrativa correspondiente.
En sus fundamentos, Paoltroni señaló: “Proponemos una medida concreta de austeridad en las remuneraciones de los legisladores nacionales, adecuándolas a un estándar que refleje las condiciones económicas del país. La dieta legislativa se establece en un monto equivalente a diez jubilaciones mínimas vigentes, un parámetro que simboliza un compromiso ético con los sectores más vulnerables de nuestra sociedad”.
Mientras que desde UXP, José Mayans presentó, el pasado mes de abril, un proyecto para fijar un tope máximo a los haberes de las autoridades superiores de los tres poderes del Estado, así como de órganos extrapoderes, organismos descentralizados de la Administración Pública Nacional y empresas estatales. También establece límites a la remuneración de las máximas autoridades.
El proyecto fija que las remuneraciones mensuales del presidente, el vicepresidente, los jueces de la Corte Suprema, los senadores, los diputados, el Procurador General, el Defensor General, los consejeros de la Magistratura, los auditores generales, el Defensor del Pueblo de la Nación y el personal del Servicio Exterior no podrán superar los 20 Salarios Mínimos, Vitales y Móviles, por todo concepto.