Nelson Mandela un verdadero ejemplo de líder y cómo superar las diferencias
Escribe: Dr. Mario Quiroz, abogado y licenciado en Ciencias Políticas.-Al conmemorarse un aniversario más del fallecimiento de Nelson Rolihlahla Mandela, Activista y político sudafricano que lideró los movimientos contra el Apartheid y que, tras una larga lucha y 27 años de cárcel, presidió en el año 1994 el primer gobierno que ponía fin al régimen racista, convirtiéndose así en el Primer Presidente negro de Sudáfrica. Hoy lo recordamos y le brindamos un sincero y valorable homenaje.
Su nombramiento supuso una revolución en un país que durante décadas había gobernado siguiendo las leyes del Apartheid, un sistema de segregación racial que instauraba el racismo contra la población negra.
Durante muchos años, Sudáfrica llevó a cabo una política de segregación racial basada en la discriminación racial conocida como apartheid, catalogado como uno de los crímenes de lesa humanidad.
Tras su liberación en el año 1990, lideró el proceso de reconciliación entre blancos y negros y por ello recibió en 1993 el Premio Nobel de la Paz.
A pesar de haber recurrido a la violencia para tratar de derrotar el sistema de supremacía blanca y haber sufrido como consecuencia una larga condena de cárcel (1962-1990), Mandela salió de prisión con un mensaje de reconciliación y unidad como única vía para reconstruir a Sudáfrica.
Sus palabras a lo largo de los años, han sido el fiel reflejo que el espíritu de Nelson Mandela no se quebró en esos 27 años en prisión.
Asimismo, se manifiesta enormemente la función de la comunidad internacional para que esto ocurra, no solo en forma de apoyo material. Hoy hablar con orgullo de una nación multirracial, unida en su diversidad de culturas, religiones, razas, idiomas y características étnicas, es en parte gracias a que el mundo nos puso un ejemplo moral que se atrevió a imitar.
Este logro seguramente perdurará porque se basa en que comprendemos que la reconciliación y la construcción de una nación significan, entre otras cosas, que debemos empeñarnos en conocer la verdad acerca de ese pasado horrible y cerciorarnos de que no se vuelva a repetir. Por eso, nuestra realización no debe ser una tregua simple antes de que la amargura del pasado vuelva a resurgir.
Reconocer que la reconciliación y la construcción de una nación no se deberían quedar en meras palabras si estas no estuviesen condicionadas por un esfuerzo concertado para eliminar las verdaderas raíces del conflicto y la injusticia del pasado. Nuestra seguridad nacional y la supervivencia de nuestra joven democracia dependen, por encima de todo, del programa para atender las necesidades básicas de la población.
Reflexionar acerca del significado de aquella lucha incansable de un ícono como lo fue Nelson Mandela, de cómo puede revertirse las diferencias, sean ellas, raciales, ideológicas, de clases o alguna otra, es importante si como pueblo, ciudadanos, deseamos fervientemente la reconstrucción y desarrollo de nuestra sociedad.
Debe ser un firme y claro propósito de aquellos gobernantes, líderes políticos partidarios y todos los que hemos tenido la fortuna de ser electos por la voluntad popular, y ocupamos espacios políticos y de poder, luchar por acortar distancias, desavenencias y todas aquellas diferencias que lo único que provocan y resaltan es nuestra falta de un verdadero, franco y convincente diálogo.
Como lo dijo en alguna ocasión el líder sudafricano, debemos poner énfasis en el fortalecimiento de las capacidades del gobierno.
Todos juntos, sociedad y gobernantes nos debemos ese sincero y abierto diálogo, un auténtico sinceramiento, en donde la prioridad más trascendente sea siempre el bien común de la comunidad y de los ciudadanos, todo ello siempre en un marco de Paz, porque será siempre a través de la Paz y la conciliación los ámbitos más propicios para que nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro país puedan desarrollarse.